viernes, 4 de enero de 2013

4 de Enero - El día que me enamoré de París

El itinerario de hoy iba a ser muy variado, y arrancamos tempranísimo nuevamente. La mañana estaba nuevamente lluviosa y fría. Emprendimos caminata al acuario de la ciudad, que quedaba por el barrio. Formaba parte de un gran museo de historia del mundo, pero a ese no fuimos. En la entrada nos recibió un señor de seguridad, mientras esperabamos que ingrese otra gente. Nos preguntó de donde eramos y a nuestra respuesta nos dijo...'Menem'? WTF!! si Menem! No pudimos evitar reirnos.  El lugar tenía guardarropa, asi que dejamos todo para poder caminar y disfrutar mejor. Cuando nos íbamos de ahí entrada un grupo de chiquitines de alrededor de 7 años, que también iban a dejar sus abrigos y mochilas. En el acuario había más niñitos. Uno pensará que tanto pibe suelto va a ser un griterio incontrolable y que vas llevarte por delante alguno, pero no! Todo muy ordenado, bastante callado y tanto ellos como nosotras fascinadas con el lugar. Habia animalitos de todos los tamaños, formas y colores. En el medio de todo estaban las tortugas. Una de ellas estaba de costado, nos pusimos a mirar si lograba el cometido de ponerse de nuevo en pie, habremos estado 5 minutos mirandola y dandole fuerzas desde afuera. Ratito después lo logró. Los que estabamos atentos a eso aplaudimos jeje.





Recogimos los abrigos y partimos a buscar la garita para tomar el bus que nos iba a llevar al Castillo de Vincennes. 3 polícias que estaban trabajando por ahí nos indicaron. El transporte pasó enseguida. Era corto el camino que recorrimos, y el entorno hermoso, los bosques de Vincennes, lleno de caminitos entre arboles, tambien con banquitos. Un lugar así en Argentina tranquilamente un buen lugar para cometer asesinatos. Allá no pasa NADA. Al ingresar a la comuna (si es comuna o como se diga, por que no forma parte de la capital) las casitas eran bellisimas, bajas, en color arena su mayoría, con calles angostas.

Al llegar al castillo Mile se da cuenta que había olvidado la memoria de su cámara en la pc, por eso de ahi en adelante las fotos las sacamos con su cámara pero con mi memoria (van a notar la diferencia entre fotos con camarita común y una reflex). El lugar había sido residencia de Luis XIV, y tambien prisión del Marqués de Sade. El primer lugar en el que entramos fue la catedral del lugar, donde una señora nos dijo que no tardemos más de 5 minutos por que la estaban preparando para un casamiento. Al ingresar vimos dos muchachitos, el novio y el padrino seguramente, hablando un hermoso inglés británico. Estaba el camarógrafo y la florista que empezaba a ponerle color al lugar. No tenía nada adentro, ni sillas. Seguramente estos futuros esposos había tenido alguna linda historia para querer casarse en el lugar ( y también mucho dinero)


Luego caminamos hacia la parte posterior del lugar, donde estaba el museo del lugar, donde quede fascinada con el salón donde colgaban banderas desde el techo. Mi foto preferida de lugar.

 


Para finalizar el recorrido ingresamos a lo que fue la casa del Rey Luis XIV y a la habitación del escritor prisionero. Tambien a una de las torres a las que se tenía acceso. La verdad que no habia escuchado nunca sobre el lugar, y creo que nos llevamos una grata sorpresa, algo espectacular para comenzar un super día.

 


Al despedirnos del lugar ya empezaban a llegar los invitados a la boda, todos muy paquetes, con paraguas elegantes; tendrían que habernos invitado!
Metro y para el centro, nos esperaba una visita muy dulce. El museo del Chocolate. Hicimos el check in y la anfitriona nos dijo que llegamos justito para la demostración de como se hace un bombon de praliné. Listo! ni lo dudamos. Agarramos un chocolatito de muestra del ingreso y luego a la sala de demostración, pero no sin antes la foto simpática del lugar.   El señor chocolatero nos dió la bienvenida en francés y en inglés, y ofreció distintos chocolates, de diferentes cantidad de cacao de Venezuela, Puerto Rico y Colombia. A mi me gustó más el primero. Comenzando con su enseñanza, agarró molde, le puso chocolate, los rellenó, los cubrió con más chocolate. Explicaba cosas, pero como todos hablaban francés, y no nos preguntó que idioma preferiamos, no entendiamos demasiado. Igualmente creo que lo unico que queríamos era probar como le habia quedado el bombon. Que por cierto era deliciosoooooo!!!!
Para despedirnos del lugar, hicimos la recorrida por el museo, donde había información sobre la historia, maquinas que se utilizaban, moldes, envoltorios, dibujos, fotos, publicidades y todo lo que te puedas imaginar sobre el alimento. La salida fue nuevamente tomando una muestra de chocolate. Así si valen las penas los museos!!!


 Del esta parte dulce nos fuimos a la parte alcoholica. Primero pasando por el correo para despachar las postales que habíamos comprado en el Arco del Triunfo. Algo muy grato fue el trato que recibimos en el correo. Los empleados iban preguntando a la gente que necesitaban enviar y ellos los acompañaban hasta las maquinas donde podían hacerlo en autoservicio y sino que cola hacer. A nosotras nos tocó una señora que nos atendió de maravillas, rápido, y muy simpática. Ah y tambien barato, solo 1,80 €. y llegó a los 10 días aprox.
Ya en nuestra cata de vinos, con una muy agradable sommelier, nos encontramos con 25 personas de todo el mundo. Nosotras las únicas argentinas, un señor yanqui que adoraba los vinos argentinos así que le caimos re simpáticos. Aprendimos como ver, oler y sentir un vino y luego probarlo. Teniamos muestras de un blanco, un rosado y un tinto que para mi fue el peorcito, con una una negrette que parecía ahumada. ALgo distinto, que si no hubiera sido por el Paris pass nunca se nos hubiera ocurrido hacerlo.

Nos quedaba cerca, caminamos hacía el Museo Grevin, de cera. La cola era larguíiisima, y continuamos agradecidas al pase por el privilegio de pasarla sin tener que esperar. Al ingreso del recorrido si apagan las luces y ves como el techo cambia de colores, forman, aparecen animales, entretenido. Continuas yendo por distintas salas y te encontrás con personajes de todas las épocas. Aquí mis retratos con algunos de ellos.





 Acá fue uno de los lugares donde vivimos lo más gracioso de la estadía en París y paso a contarles. Durante el recorrido llegamos a un lugar donde había poca luz y un asiento con Sherlock Holmes en el. Como no se veía mucho lo miré de frente para reconocerlo y también le toqué la rodilla. Mile es amante de Sherlock, por eso me pidió que le saque foto sentada con èl. Yo preparo la cámara , la saco  y al pararse ella veo que el señor Sherlock también se para!! Lindo susto me pegué. Y Mile que no se haba dado cuenta que se paró pero si habia sentido que el tipo mientras sacaba la foto se le iba corriendo, simulando caerse. La cara en la foto lo dice todo. jaja. Las dos quedamos medio aturdidas con la situación y caminamos la siguientes salas sin prestarle atención a nada. Pero volvimos a buscarlo a Sherlock para sacar una foto bien y ver como espantaba a otros espectadores que caían como nosotras.


Eran las 16hs en París y ya estaba anocheciendo.La ultima actividad del día era un paseo en barco por el Sena. El barco tenia parte al aire libre y otra techada. Primero nos inclinamos por la parte descubierta de atrás, pero el frío nos ganó y entramos. Primera fila. Lo lindo de los Bateaux Parisienes era que tenías audioguía. Pasabas por algún lugar en particular y te contaban algo, y mientras no sonaban canciones tìpicas del lugar. Un encanto total. Habia presenciado casi todos los lugares de noche, pero hacerlo desde el río le daba un toque especial. Una vez que llegó al extremo del recorrido, cerca de nuestra casa, por Bercy, tomamos coraje y nos sentamos en los laterales del barco, que estaban al aire libre. Mile saco geniales fotos y yo no podía dejar de emocionarme. No se porqué, pero ese momento fue especial para mi.




Terminamos el viaje aprox a las 21.30 y rumbeamos hacia nuestra maison.
Del 4 de enero no me olvido más.